Revolución tecnológica e Informática.
A diferencia
de la tradicional división internacional del trabajo, sustentada en las
ventajas comparativas de tipo natural, la actual se caracteriza por depender
cada vez más de los avances tecnológicos en el campo de la biotecnología, la
genética, la electrónica, la informática, las comunicaciones, y otros campos
del saber. Lo anterior pone de relieve la importancia indiscutible del cambio
tecnológico como premisa para explicar las particularidades de la sociedad
actual.
A lo largo de la historia las innovaciones tecnológicas han provocado cambios
cualitativos de gran envergadura en la estructura socioeconómica de los países.
Muy diferente ha sido el mundo después de la Revolución Industrial del siglo
XVIII en Inglaterra, gracias a la permanente innovación tecnológica; al punto
que ésta última se constituye en condición indispensable para el progreso
económico y social. No obstante, no todos los países se han beneficiado por
igual de los adelantos tecnológicos, pues estos últimos han contribuido a
profundizar las desigualdades entre las naciones; a intensificar el desarrollo
desigual de la economía a escala mundial; a aumentar la brecha entre países
ricos y pobres. Es más, la lucha entre las potencias industrializadas por el
control de las fuentes de materias primas y de los mercados, ha tenido en las
innovaciones tecnológicas una de sus principales armas, utilizadas muchas veces
con fines destructivos, como es el caso de las guerras mundiales y regionales,
o del deterioro del medio ambiente. Esta enorme capacidad de autodestrucción
tiende a sofisticarse cada vez más. Como señala la revista Economistas, "los rivales del próximo
siglo tendrán la capacidad tecnológica para causarse, por medios nucleares y
otros, mucho más daño del que jamás pudieron ocasionarse las naciones-Estado
del siglo 19".
Los avances tecnológicos de las últimas décadas han producido una verdadera
revolución en los campos de la producción, la prestación de servicios, la
educación, las comunicaciones y las relaciones interpersonales, así como
también en la forma como se organizan y dirigen los procesos. Por eso el
conocimiento y dominio de las nuevas tecnologías son el factor que determina la
ventaja competitiva de los países en la actual división internacional del
trabajo. Como señala Antonelli, "la tecnología es un factor esencial en la
división internacional del trabajo: quienes antes adoptan innovaciones
tecnológicas consiguen una ventaja relativa sobre sus competidores, obteniendo
así el control sobre parcelas estratégicas de los mercados internacionales a
través de la exportación de bienes, de la tecnología incorporada en los bienes
de capital y del crecimiento multinacional de las empresas. Tal ha sido la
importancia del cambio tecnológico en la transformación estructural de las
economías, que más de la tercera parte del comercio mundial está conformado por
bienes que no existían al finalizar la segunda guerra mundial. Estos bienes
corresponden a los campos de la electrónica, las telecomunicaciones, la
informática y la biotecnología. Este nuevo patrón tecnológico ha modificado
sustancialmente el contenido de la división internacional del trabajo, pues la
especialización y las ventajas comparativas dependen cada vez más de la
capacidad de innovar, adaptar, adoptar, imitar o mejorar tecnología. Por eso
"en este contexto, las capacidades en ciencia y técnica de un país son
parte integral de su política de desarrollo y un componente estructural de su
sistema productivo.
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